viernes, 8 de abril de 2016

Effy Beth / SOY TU CREACIÓN (Mar de Plata, 2011)

SOY TU CREACIÓN

Sobre la performance
Durante la primera semana de Marzo en la SAC de Mar del Plata (3ª edición) realicé una instalación-performance-interactiva llamada:"SOY TU CREACIÓN". Obra seleccionada para la Sección Resonancias.


  


"Acostada en un colchón, con poca ropa, simulando máxima intimidad y predispuesta a entablar conversación con quien sea que se me acerque, voy a pedir que se me retrate de manera simple para yo poder verme a través de otros ojos."


Aproximadamente 300 personas participaron de manera activa dibujando un retrato de mi persona donde me manifesté no sólo como un producto forjado por mí misma y mis experiencias, sino por la aprobación y desaprobación de los desconocidos que entran en contacto conmigo, haciendo un juego de dualidad donde el verdadero artista es el público, y yo sólo una obra expuesta y dispuesta a ser interpretada por la subjetividad de una mirada colectiva.
Los dibujos forman ahora parte del libro "Mira Colectiva".

Tiempo después a "Soy tu creación" quise recrear la performance en distintas oportunidades con distintas variaciones. Así empezó el proyecto de variables tituladas "Soy tu recreación"

Desarrollo conceptual sobre la performance "Soy tu creación" y su resultado "Mira Colectiva".

1. El objeto-objetivo.

a. Los roles
La propuesta performática "Soy tu creación" plantea el cambio/juego de roles que puede darse en el marco artístico, transformando a la artista en una obra sin terminar y expuesta para que el público opte si continuar siendo simples receptores o transformarse en artistas activos en la tarea.


b. La construcción
El título "Soy tu creación" señala una entrega de mi persona, ya no soy lo que yo elaboro, yo - inacabada como todo ser humano hasta el momento de su muerte - me declaro un objeto dispuesta a que se me complete. La construcción de mi identidad individual se entrega a la construcción de una mirada social y ajena, una construcción más grande y compleja donde interactúo pero no dirijo ni puedo controlar el resultado final. Yo termino siendo lo que los otros elaboran.


c. La transformación en objeto.
Paradójicamente al momento de pensar este proyecto tengo plena convicción de que somos nuestra propia creación con lo que los demás nos dan, y no al revés. Somos los constructores que continuamos individualmente lo que nuestros padres, amigos y sociedad nos ayudaron a construir mediante la ida y vuelta de una mirada crítica. En la obra invierto la función social y la limito hacia un solo sentido: primero digo yo soy yo, y luego los demás construyen o destruyen sobre eso. Esto es lo que me transforma de ser humano a objeto pasivo. Entrego mi persona a capricho del ojo ajeno.


2. La in-comodidad.

a. Lo íntimo.
La instalación de la performance consistía en un lugar apartado donde había un colchón y yo en él en ropa interior y el pelo suelto. Cercano al desnudo pero moderado, las personas vestidas y de pie sienten interrumpir en un escenario de intimidad, incomodándose algunos o sintiendo mayor confianza por ese contraste donde ellos no están en mi mismo nivel: están protegidos y yo no, les cedo un poder, me entrego a que se me juzgue, se me observe y se me reconstruya mediante el dibujo.


b. Lo forzado.
Mayormente lo primero que decía cuando alguien miraba en dirección a mi espacio o entraba en él, era pedir que se me dibujara. Este pedido abrupto, que surgía inmediatamente con el saludo o sin él, forzaba al espectador a responder si acepta o no esa responsabilidad que se le concede. La mayoría de los que se negaban lo hacían riendo, como inhibidos por la escena y el pedido casi absurdo, sumado a que el dibujo requiere una habilidad que suele hacernos sentir incapaces. Los que aceptaban lo hacían de manera pasiva lo cual rápidamente cambiaba dado que lo que aceptaban era mi pasividad y el dejar de ser pasivos. Yo me volvía objeto y ellos artistas, y ese cambio era violento: estaba forzado. Yo ejercí un poder para que se ejerciera un poder más complejo sobre mí. Con esto muchos jugaron.


c. Lo corporal.
Por más de que el lugar aparentaba intimidad y yo recibía a la gente con calidez, la mesa era muy baja y al no haber sillas los participantes debían inclinarse o buscar alternativas en sus posturas habituales para lograr la tarea asignada. 


La ubicación de las mesas respecto al colchón eliminaba casi toda perspectiva haciendo que estemos enfrentados. Todo esto fue inspirado por como muchas veces nos sentimos cuando estamos frente a un otro y debemos formular algo al respecto y ser juzgados. Así, aunque estaba acostada en un colchón, la posición del observador hacía que mi postura de pose sea bastante incómoda y dolorosa de sostener. (Tenía que despegar mi espalda y sostenerme usando uno de mis brazos de soporte donde caía todo el peso de mi cuerpo levantado) Solamente en soledad podía recostarme por completo y sentirme cómoda.


3. La censura.

a. El borrar.


En la mesa donde estaban los elementos para dibujar había lápices comunes, lápices de colores y lapiceras. No había goma de borrar, y esto frustraba a quienes optaban el modificable trazo de lápiz por sobre el inamovible trazo de lapicera. La razón era simple: existen muchos factores de censura al momento de retratar a una persona, y mayormente borrar ayuda a corregir lo que realizamos y hacer una construcción totalmente distinta. Yo quería lograr el dibujo más sincero, y aunque posiblemente ninguno lo sea por completo, la goma de borrar hubiese sido un elemento en contra de mi concepto de búsqueda por la percepción de la realidad. Algunas personas frente a esta imposibilidad de corregir hacían un ruidoso bollo con el papel.


b. El entregar.




Parte de esta censura que menciono sí está motivada cuando los participantes saben que van a confiarme los dibujos. Los participantes saben que así como ellos pueden tener el poder de aprobarme o desaprobarme mediante su construcción, yo puedo aprobar o desaprobar el resultado. El saber que me van a entregar el dibujo es un factor que en algunos repercutía en que se me adule haciéndome más femenina o bella de lo que soy, y en otros en sentirse desafiados por mi propuesta y buscar burlarse, dibujar algo más fiel a la realidad o totalmente alejado.



4. La actitud.

a. Inspiración social: La mujer.
En 1973 Bárbara Smith llevó adelante la performance "Feed me". En el tocador de un evento ella recibía desnuda uno a uno a los espectadores. En el espacio había un colchón, aceite, incienso y refrigerios. Ella buscaba el intercambio donde artista y participante se retroalimentan con el intercambio que puede darse en un encuentro de ese tipo.

Bárbara Smith explicaba que ella hacía una representación social donde reforzaba el estereotipo cultural en el papel ambivalente de madre y prostituta. Las mujeres trans comúnmente somos - al igual que muchas mujeres que no son trans - ser asociadas con el sexo. Estando yo en un colchón, con ropa interior, pensé que sería muy difícil no entrar en el mismo juego, más aún si debía persuadir a las personas de participar en mi propuesta. Debido a que según la representación social aún no soy mujer debido a mi genitalidad me puse el objetivo de interpretar - en vez de madre y prostituta - una instancia previa a la que Bárbara Smith asoció a la mujer: adquirí una actitud de hija y virgen ingenua. Algo así como una niña con la sexualidad latente deseando ser deseada, ser visible. Más desamparada, temiendo no ser amada, y entusiasmada con la propuesta lúdica de jugar haciendo nuevos amigos, seducía ingenuamente a hombres y mujeres con infantilismos, tratando inútilmente una madurez sexual parecida a la que tenía la mujer que planteaba Smith (a lo que casi llegué paulatinamente con el pasar de los días).  


b. Inspiración mítica: La sirena. 
El colchón estaba cubierto por una funda celeste y la sábana con la cual tapaba mis piernas era del mismo color. No fue casual, yo - sin compartirlo con el público - quería que la cama se vuelva realmente un lugar que para mí represente el placer: el mar. Toda esta construcción era íntima, parte de mi goce, y lo único que no compartía en un espacio donde me exponía al límite.
Las sirenas son criaturas míticas con las cuales fácilmente se podría asociar a las mujeres trans: Mitad mujer, mitad monstruo. Una mujer sin vagina. Femenina, pero para muchos, inexistente. Seductora pero peligrosa, es una bella trampa donde los hombres se advierten entre sí: "no las oigas, no te acerques, no son como las mujeres comunes que son pasivas, dejarás de ser hombre si te acercas a a ellas, no te dejes seducir." (La mitología cuenta que con sus cantos atraían a los barcos a que colapsaran contra las piedras, llevando a los hombres a su muerte)
En el cuento de Hans Christian Andersen una sirena ansía tener piernas (vagina) en pos de ser apta para que el humano a quien ama la ame y sea feliz.
Para sorpresa mía, este sentimiento tan íntimo de alguna manera se dejó vislumbrar. Varias personas me dibujaron como sirena (especialmente las niñas) y otros tantos me dibujaron dentro del mar.
La sábana - al igual que una ola - tapaba esa mitad que me excluye de ser considerada mujer por los otros, mi genitalidad no era visible. Mi actitud juguetona que describí anteriormente se fusionaba con esta otra: la del misterio, la de no mostrarme completamente, de tener algo más allá de mi forma y buscar atraer tanto a hombres como a mujeres a enfrentar el mito de perderse. 

c. Trato dual: lo femenino y lo feminista.
Siendo feminista en mi construcción como mujer me encuentro muchas veces entre dilemas, ¿qué me hace mujer? Ser femenina y ser mujer no son sinónimos. Ser pasiva es parte del estereotipo de lo femenino, y mi performance planteaba mucha pasividad por mi parte, haciéndome entrar en conflicto con mis convicciones de que la mujer no es ni debe ser jamás un objeto. Mi actitud entonces iba y venía con esas dos construcciones antes mencionadas. A primera instancia yo sonreía, invitaba y no daba ninguna orden, sino que pedía ayuda, indefensa y pasiva, pero una vez que lograba esto mi actitud mutaba, al momento de posar ya no sonreía de no ser necesario. Me ponía seria y miraba constantemente a los ojos de manera incisiva. Dejaba que me juzgaran pero con mi mirada me rebelaba al sometimiento. Mantenía mi boca entreabierta en todo momento y ponía mitad de mi cuerpo predispuesto al sexo, mientras la otra mitad se cerraba. Cruzaba mis piernas bajo las sábanas. Me sorprendió que tantos me dibujaran con ojos cerrados o mirando hacia otro lugar, yo buscaba constantemente desafiar con la mirada la mirada de los otros. Seducía, era dulce y hacía bromas respecto a temas comunes de la mujer respecto a la autoestima superflua, definiéndome fea, imperfecta o gorda al momento de ser retratada. Al finalizar el dibujo esa aparente pasividad era en parte un engaño de mi ser sirena, yo había logrado que dibujaran, luego ordenaba que pusieran su nombre, la fecha, la hora, que me lo entreguen en mano, que caminen hacia mí. Era dual: mujer pasiva por un lado y feminista indómita por el otro. Sexual e infantil, segura de mi misma, poseedora de secretos, abierta a no tenerlos. Amistosa. Demasiado. Dividida entre lo que soy y lo que me dicen que sea. Dividida por dentro, dividida con el afuera, en choque.
5. El grado de conexión con el tabú: Identidad-Entidad-Conceptos-Juicio.

a. La decisión de ingreso
El espacio donde estaba tenía un doble acceso, yo tenía mas contacto visual con la entrada más lejana, la que estaba cerca de mí estaba a mis espaldas y debía girar mi cabeza para detectar posibles participantes. Sólo hacía guardia de la entrada que veía, solía saludar cuando aun el espectador estaba lejos pero lanzaba miradas. El otro lugar solo lo vigilaba mientras posaba, sabiendo que muchas personas se atreven a ingresar si hay otras personas participando. Muchos respondían el saludo pero no entraban, y los que no respondían el saludo eran muy pocos, hombres de la tercera edad.
Muchos esperaban mi invitación para animarse a entrar y otros irrumpían a paso lento, no seguros de si es buena idea entrar.


b. Las posibilidades de participar 
Cuando una persona me decía que no sabía dibujar o que es mala haciéndolo yo daba siempre la oportunidad de retratarme mediante la palabra. Pedí que se me describiese, y sólo 7 aceptaron. Los otros se negaron o dudaban. Veían a los otros dibujar y continuaban en su rol pasivo de espectadores.


c. La opción de conocerme.
Muchas de estas personas que dudaban pronto se percataban que en una pared interna, que no se ve desde fuera del espacio, había trabajos míos pegados. Eran trabajos sobre la construcción de la identidad conmigo misma. Este acercamiento donde comenzaba a no ser un objeto vacío sino una persona real, la persona cambiaba de opinión y decidía participar con el dibujo.



Las personas que aceptaban desde el primer momento dibujarme no se percataban de esa pared donde yo también estaba expuesta. Muchos entregaban el dibujo y se iban prácticamente corriendo, sólo si surgía una buena charla yo les señalaba la pared para que se acercasen al finalizar el dibujo.


d. La invitación a conversar.
Antes de entrar, en ambas entradas, había un cartel que explicaba la consigna, donde decía que yo estaría abierta a la charla. Esta invitación fue tomada levemente por las personas que dibujaban, en su mayoría muchos hombres entraban a conversar y sólo eso, y mediante la charla los persuadía que me dibujen (estos son los casos de seducción).
Las mujeres más grandes, y los artistas de ambos géneros generaban la charla mientras dibujaban, logrando que les confiara mi tarjeta personal.
Yo siempre intentaba promover el intercambio de palabras, solía hacer preguntas mientras dibujaban y lograba respuestas escuetas. Muy pocas veces las personas que dibujaban realizaban preguntas, y prácticamente nadie hacía mención a mi condición transgénero. Hombres y mujeres me sonreían al respecto y en especial las mujeres - tras ver los trabajos de la pared - me miraban con afecto y comprensión, devolviéndome una apreciación personal. 

e. La interacción.
Tal como expliqué antes respecto a mi actitud premeditada de la performance, al igual que mi identidad, nada es cerrado. Yo proponía ser infantil y seductora, pero estaba abierta a tomar actitudes distintas según lo que traía cada desconocido. Así fue como con las niñas y las mujeres alegres me volvía más sonriente de lo común y también más infantil, mientras que con ciertos hombres me volvía más misteriosa o sexual según lo exigiese o agresiva si se me agredía. Funcionaba como un espejo, si el participante era abierto me abría, y si era cerrado me cerraba. Era pasiva a lo que el otro traía, y era espejo porque en cierto punto creo que en una interacción con un desconocido   todos estamos donde yo estaba. 

f. Al conformar una entidad colectiva ¿perdemos nuestra identidad individual?
El resultado de la performance fue que conseguí 270 dibujos donde se me representa. Mi idea era con el mismo formar un libro llamado "Mirada colectiva" que más luego cambié a "Mira colectiva". Aunque en su conjunto podríamos encontrar varios factores en común, y podemos concluir una representación vagamente colectiva, los dibujos son individuales, y los participantes no dejaron su identidad de lado al tratar de dibujar la mía. Cada dibujo es una pieza que habla mucho de quién lo hizo, de cuál es su postura respecto a mi naturaleza, cuánto quiere conectarse con lo que me sucede y qué emociones le despierta esta experiencia donde hay tantos elementos en juego y que fueron mencionados: identidad, dualidad, construcción, sexo, intimidad, imagen pública, intercambio, roles, crítica, juicio, pasividad, poder.

El cambio del título de "Mirada" por "Mira" se debe a la variedad de dibujos tan únicos por separado, no creo que logren compartir una misma mirada en común, no hubo una mirada colectiva en este proyecto aunque haya sido la mirada colectiva lo que alentó a que tomara esta forma. Sí hay una mira que es de todos, esa mira en la cual todos estamos, esa mira que tiene dos lados, porque yo te veo y vos me ves. 270 dibujos que no hablan de mí, hablan de un colectivo compuesto por individuos con identidad propia, en construcción y en replanteo, que son diferentes entre sí y de mí, pero con quienes hay algo en común que nos une como seres humanos, seres sociales, seres culturales y seres pensantes. ¿Quiénes somos, cómo somos y cuánto nos conectamos con lo que somos? ¿Somos o elegimos ser?

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